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Viajar yo?… Me volví viajera por accidente

A veces terminamos enamorándonos de experiencias que jamás contemplamos vivir. La experiencia de viajar me ha conquistado.

Estoy enamorada. Acabo de regresar a Malta después de un viaje corto que tenía que hacer a Italia; y he regresado llena de inspiración. Tres años atrás era imposible imaginar que yo iba a disfrutar perdiéndome en las calles de Roma, tomándome mi tiempo para hacer lo que a mi mente se le ocurriera en el instante; y también para  contemplar lo bella que es esa ciudad. Tres años atrás, era imposible imaginarme conversando con un kurdo en Estambul, con personas de Libia huyendo de la guerra en su país, con un japonés acerca de la razón por la cual sonríen por todo. Y tampoco me hubiera imaginado que un Maltés me convenciera de comer cerebro que es un plato muy popular para ellos. (A pesar de la textura, tengo que aceptar que no sabía mal).

Viajar por accidente

Yo terminé viajando por accidente. Aunque en la planeación de mi viaje a Malta para estudiar tenía clara la ilusión de visitar otros países; viajar era algo complementario. Era como una especie de efecto colateral que se iba a dar simplemente por el hecho de encontrarme estudiando en Europa. Pero viajar se ha vuelto parte importante de mi vida en Malta. Es algo que trato de hacer tan frecuente como puedo; porque cada vez que lo hago, me enfrento a descubrirme en lugares diferentes y a ver mas claramente como todo este proceso me ha cambiado.

En los primeros viajes, siempre estaba un poco ansiosa, pues la experiencia de estar en países donde no hablan tu idioma, es algo que puede preocupar a personas como yo. Después con las millas de viaje que acumulas, te vas sintiendo un poco mas cómodo en cualquier lugar diferente a tu país; y estas más abierto a percibir lo que otros lugares tienen para ofrecerte.

Cada viaje es una experiencia nueva, aunque repitas lugares

Hay algunos países que he tenido la fortuna de visitar varias veces; y en cada una de mis visitas he tenido una percepción diferente de ellos. Es que viajar y vivir por fuera te transforma sin que te des cuenta; te hace realmente sensible a aprender de cada experiencia y te vuelve un poco apático a las rutinas que se roban tus días sin emoción. Viajar te mide en términos de tolerancia, flexibilidad, creatividad y respeto; pone a prueba tus miedos y tus principios. Te obliga muchas veces a preguntarte quien eres.

Viajar con la mente abierta

Para viajar hay que tener el alma tranquila y preparada para descubrir como te perciben a ti y a tu tierra desde otras latitudes. A propósito de ello, viajar me hizo dejar de creer que para el resto de la humanidad yo provengo del país mas feliz del mundo, que tenemos un clima perfecto o que en el resto del mundo están al tanto de esas noticias que ocupan los principales diarios de mi país. Para lo primero, el premio se lo han dado al parecer a varios países; ya dos personas de diferentes nacionalidades me han hablado del mismo premio otorgado a sus países. Para lo segundo, muchas personas consideran que el clima templado todo el año es monótono y prefieren las estaciones; y para lo último, por increíble que parezca, el más enterado de los extranjeros del común, tiene apenas una idea general de lo que sucede en mi país.

No somos el ombligo del mundo, ningún país lo es y todas esas cosas así como los estereotipos, jamás serán generalizadas pues dependen de la visión e intereses de cada quien. Para mi esas cosas siguen siendo ciertas, pero desde mi vision personal; no desde suponer que son verdades absolutas para todos. 

Hay dos cosas que me cambiaron la vida en los últimos dos años. Viajar es una de ellas; la otra es poder hablar con personas de todos los lugares que visito, a través del idioma y motivo con que empecé esta experiencia. El inglés me ha abierto los ojos al mundo.

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